Poco a poco me he venido enterando de qué diablos se trata la Iniciativa México: un genial y risible intento de canalización mediática de la explosiva pobreza traducida en violencia social. Lo que no es risible, sino trágico, es la nula atención o reflexión de la sociedad mexicana sobre el aparato propagandístico del que ha sido víctima.
Los goles ante Sudáfrica se festejarán con campanas que retumbarán en los centros de la tierra al sonoro rugir del botín de Carlos Vela o "El chicarito" Hernández, lo que nos llevará a tierra prometida lavada de sangre: el quinto partido. Asunción patriótica.
Ni esta ni próximas epopeyas y sublimaciones tricolores -como redentoras de lo irredemible- tienen la etiqueta MADE IN MEXICO. Debemos recordar que no somos el único país que funda buena parte de su nacionalismo en podridas estructuras deportivo-mediáticas, ya que las dictaduras en Argentina y Brasil, Mussolini en Italia, la Monarquía en España, el american way of life of burgers and football en Estados Unidos, etc., son todos ejemplos del mismo fenómeno de supervivencia nacionalista: estos países podrían bien balcanizarse y entrar en una crisis social de no tener en su haber sendas y eficaces religiones, filosofías y amusements sportifs. Ante la vacuidad de la sociedad global capitalista contemporánea organizada en pequeñas parcelas comercio-administrativas, es de destacar la importancia que toma el espectáculo deportivo como escaparate necesario capaz de hacer caer en una red omniabarcante (psicológica, económica, cultual e incluso política), a buena parte de la población global (particularmente la masculina).
Se puede ver, entonces, que no somos patentadores sino presa de este fenómeno y hay que decir que somos de los que se encuentran en más graves situaciones de emergencia humana. El gobierno en turno entiende muy bien el momento. Su estrategia, poco creativa realmente, ha sido ya elegida: hundiéndose el barco apuesta por el coraje y la garra de nuestros mejores mancos transmutados en bizarros héroes únicos capaces de regresar, anímica y metafóricamente, el verdor a los campos, la vida a los muertos, el pan a los vivos.
Frente al asunto mi deseo más profundo -paradójicamente nacionalista- es que México sea goleado por Sudáfrica, Francia y Uruguay (pobre de la gente de aquellos países).
Digo esto porque pienso el gran fracaso futbolístico traería un breve colapso total, un desvanecimiento de la nación en el seno de cada uno de los "mexicanos". De esa manera, el artificio y territorio burocrático de negocios y zonas de influencia mal organizadas en catástrofe continua acabaría en alguna medida en ser desvelado, desmitificado, desintegrado, al menos, por un segundo: de reflexión, de cuidado y autocrítica, albergado en unos, en muchos, en todos los "mexicanos".
O tal vez en nadie. Pues, allende mis mejores deseos, resultaría muy probable que la Iniciativa México y el entusiasmo y motivación pamboleras nacionales de todas formas sobrevivieran y marcaran el rumbo suicida del país, pues las manecillas del reloj y agendas apuntarían a un proyecto nacional 2014, Rio de Janeiro, samba y militarización, es decir, a cuatro año de sueños e ilusiones mexicanas.
Ciclicidad y renovación de las esperanzas de millones, de un pueblo.
lunes, 7 de junio de 2010
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